Nochebuena.
—Son 20,80. —Cojo mi cartera mientras la
dependienta empieza a envolver el regalo. Le tiendo el dinero y espero el
cambio.
—Gracias,
que pase una buena noche.
—Gracias. —Recojo la bolsa con el último regalo
que me faltaba. Salgo de la tienda mientras observo las hermosas calles
adornadas con preciosas luces de colores parpadeantes y adornos navideños. La
gente anda por las tiendas en busca de los últimos regalos. Llego a casa
derrotada, esta ha sido una semana de locos, aunque ver la cara que se les
pondría a todos al ver los regalos que les había comprado me enorgullecía. Los
escondo en mi habitación y me preparo para volver a salir. Llego a la gran
plaza del pueblo donde me encuentro con Sarah, mi hermana pequeña e Izan, mi
mejor amigo al lado del gran árbol esperando cola para poder pedir su deseo.
—¿Lleváis mucho tiempo esperando? —Les pregunto
mientras observo como Sarah sujeta aquel pequeño papel.
—Justo veinte minutos antes de que llegaras. —dijo
mirando el reloj y cogiéndome por la cintura dándome un beso en la mejilla.
Mi hermana se rió por lo bajo.
—Bueno, y ¿Dónde estabas? Te hemos visto antes
salir de la tienda de regalos, pero no te pude saludar porque Izan me llevó
corriendo para que no tuviéramos que esperar cola aquí, pero ya ves, nos ha
dado igual.
Intento pensar una manera de contestarle, me
agacho a su altura colocándole un mechón de pelo detrás de la oreja.
—Estaba preparando los regalos para que Santa lo
tuviera todo listo.
—¿Por qué?
Izan me ayudó a contestar.
—Es que uno de sus duendes se puso enfermo y tu
hermana accedió a ayudarlo. —Le respondió guiñándome un ojo.
—¿En serio has conocido a Santa Claus? Que
guay. Ya estoy deseando que llegue mañana para ver los regalos que me va a
traer. ¿Le habrás dicho lo que quiero, no?
—Sí, tranquila —Sarah guarda su deseo en el
bolsillo y se va —. ¿Adónde vas?
—Me voy a la atracción del tren, ya vendré
cuando haya menos cola. ¿Me acompañáis? —Izan se unió a Sarah.
—Id vosotros, yo iré a dar una vuelta por aquí,
dentro de un rato nos vemos. —Ellos solo asintieron y se fueron.
Ando por la plaza parándome en cada escaparate
observando cada uno de los adornos que adornaban el lugar llenándolo de color.
Me siento en un banco cercano observando el cielo estrellado, mirando cada una
de aquellas motas luminosas. Una de ellas bajó lentamente posándose en el
suelo junto a un papelito. Me acerco y leo “Sarah”.
“Un momento, ese era el deseo de mi hermana”
Pienso. “¿Acaso se le había caído de su bolsillo?”
Voy a cogerlo pero un fuerte viento se levanta
llevándose el pequeño papelucho. Ando en su busca cuando veo que la pequeña
mota luminosa se eleva siguiendo al papel. La sigo hasta llegar a un pequeño
puente de madera que conduce al bosque.
Miro hacia atrás viendo las luces de la plaza
cerca de aquí y decido seguir adelante. La oscuridad empieza a estar presente a
medida que avanzo. Tan sólo puedo seguir a la débil luz que emanaba de la mota
luminosa. Me paro en un claro en donde se hallaba centrado un gran abeto.
Encuentro el papelito y lo sostengo mientras miro como la mota luminosa da
vueltas alrededor del árbol. Segundos después, más motas se unieron a
ella adhiriéndose a las ramas como si fueran luces de Navidad.
—¡Meli! —Me doy la vuelta encontrándome con Izan
—, te encontré.
—Hola, ¿qué haces aquí?
—Se podría decir que el deseo de Sarah
voló hasta aquí. —Le sonrío mientras vuelvo la vista hacia al árbol.
—Vaya, es…increíble. Ahora si que no envidio
para nada a Sarah. —Me dijo situándose a mi lado.
—¿Qué quieres decir? —Lo miro sin comprender.
—Poder creer sin necesidad de ser un crío.
La mota luminosa seguía subiendo aumentando su
brillo hasta llegar a lo más alto del árbol en donde se posó aumentando su
tamaño como una gran estrella.
Dejé el papelito con el deseo de mi hermanita
debajo del árbol pidiendo que se cumpliera lo que había pedido. Segundos
después una fina nieve cayó sobre nosotros.
—Nieve. —Hacía años que no veía nevar y verlo
junto con el precioso espectáculo navideño que estábamos presenciando
era….mágico.
Izan me cogió la mano y lo miré a los
ojos. La nieve se arremolinó alrededor nuestro cuando nos besamos. Nuestro
primer beso....Y en Nochebuena.
Sin luces de colores, tan sólo nosotros al lado
de un árbol de estrellas bajo el suave manto y brillo de una magia navideña.
Las campanas de la plaza comenzaron a sonar
dando las diez.
—Tenemos que irnos.
—Sí, vayamos. —Echamos la última mirada mientras
volvemos a la plaza. Sarah acaba de bajarse del tren.
—Hola Sarah, ¿qué tal?
—Mal, he perdido el deseo. —Sarah empieza a
buscarlo desesperada por el suelo.
—Sarah tranquila, ya he pedido tu deseo por ti.
He ido a dárselo a un árbol muy especial…
—¿Y seguro que se cumplirá?
—Seguramente, bueno peque tenemos que irnos o
llegaremos tarde a la cena —Inspiro profundamente antes de darme la vuelta
encarando a Izan —. Bueno, ya nos veremos mañana —Le di un fuerte abrazo
mientras Sarah nos miraba con aire pensativo.
Después de que Izan se fuera, me quedo
observándolo hasta que lo pierdo de vista.
—¿Me he perdido algo —Salgo de mi
ensimismamiento y cojo a Sarah de la mano.
—Uhmm... Puede.—Susurré mientras nos
encaminábamos a casa.
"La
belleza de la magia natural es inconfundible y más si es vista en un día tan
especial"
Por Ivet Sarkis, escritora. Club literario "Vidas de Tinta y Papel".
Princesa, lo siento, se me pasó :c.
ResponderEliminarNo importa. Tranquila :)
EliminarYo en esta ocasion no he publicado nada, no he parado las ultimas semanas y los textos se me resistian, pero estoy disfrutando mucho con todos los textos del blog. Un besazo
ResponderEliminarLena
No lo había leído, ¡es hermoso! Muy tierno :').
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