Entré, sonreí, la vi, me sonrojé, me acerqué, le miré, me miró, sonreí y ella sonrió. Me sonrojé, se sonrojó, tartamudeé, ella no. Se puso de puntillas, me besó. Me dejó atónito; enamorado. Le miré, me miró. Me acerqué, ella no huyó. Cogí su mano y la besé con amor.
―Bella dama, hermosa flor, sea mi amada desde el día de hoy, por favor.―
Entré y la vi, bajo el muérdago.
Me acerqué y le sonreí, bajo el muérdago.
Me miró y sonrió, bajo el muérdago.
Me sonrojé y tartamudeé, bajo el muérdago.
Ella rió, se puso de puntillas y me besó, bajo el muérdago.
Se dio la vuelta y se fue dejándome enamorado, bajo el muérdago.
Por Cristina, escritora y blog novela. Club literario "Vidas de Tinta y Papel".
Que chulooo, me ha encantado, crea un efecto precioso, como si lo estuvieras viendo, un beso
ResponderEliminarLena
Muy original, me ha encantado... da gusto leer cosas así ;) ¡Precioso!
ResponderEliminar